El expresidente chileno dice que el desafío de la Tercera Vía es mejorar distribución de ingresos en entrevista al el diario El Tiempo de Colombia.
El expresidente de Chile Ricardo Lagos no solo reiteró la necesidad de que la comunidad internacional rodee los diálogos que el gobierno de Colombia sostiene con las Farc, sino que afirmó que, si se logra un acuerdo de paz, quedará demostrado que América Latina puede resolver sus problemas sin la intervención de otros países.
Lagos, quien visitó Cartagena para participar en la cumbre sobre la Tercera Vía, añadió que Colombia se está convirtiendo en un líder regional, que podrá consolidar sus indicadores sociales cuando termine el conflicto.
También dijo que es hora de replantear la forma en que se combaten las drogas ilícitas, y de abrir el debate sobre la posibilidad de aceptar el consumo de drogas blandas, como la marihuana.
¿Qué piensa de la Colombia actual?
Recuerdo haber leído hace un tiempo que Colombia sería, después de Brasil y México, la tercera economía de América Latina. Lo que ocurre es que a aveces los colombianos no se dan cuenta. Por ejemplo, durante todo el siglo XX fueron capaces de crecer a más de un 4 por ciento. Es decir, a pesar de sus dificultades desde el punto de vista de la convivencia social, Colombia fue capaz de mantener un ritmo de crecimiento notable. Ahora, cuando después de 50 años se avizora la paz, se abre un camino de esperanza y optimismo.
¿La terminación del conflicto potenciará ese desarrollo?
Todos los análisis dicen que el solo proceso de paz implicará un crecimiento adicional de 2 puntos del PIB, y si a eso se le agrega el esfuerzo que significan los gastos en defensa para enfrentar a la guerrilla, gastos que serán liberados una vez se logre la paz, hay un elemento significativo sobre el crecimiento.
Usted explica esto con un ejemplo sobre Finlandia…
La Unión Soviética le exigió a Finlandia, después de la Segunda Guerra Mundial, que le entregara una porción enorme de su territorio a manera de compensación por el apoyo en la guerra. Los finlandeses se negaron y le dijeron a lo que hoy es Rusia que pidiera otra cosa. Les pidieron una cuota de vagones de ferrocarril y de barcos, lo cual fue aceptado. Así, durante 5 años, fabricaron trenes y barcos para la Unión Soviética como indemnización de guerra. En 1951, cuando se aprestaban a realizar el último envío, el gobierno de Finlandia llamó a sus habitantes a seguir esforzándose con el mismo ahínco, pero produciendo para ellos mismos. Así comenzó la otra Finlandia, la que el mundo admira.
¿Eso cómo podría reflejarse en Colombia?
Uno ve temas que aquí generan debate. Colombia puso un impuesto a la riqueza que tenía como lógica combatir a la guerrilla, pues quienes tenían algún capital podían dar esos recursos extra. Qué ocurre si las autoridades ahora dijeran que esos recursos para enfrentar a la guerrilla, si se logra la paz, se mantienen un tiempo para trabajar para la paz, mejorando la educación, la salud y la infraestructura.
¿Sugiere mantener ese impuesto por algún tiempo para financiar el posconflicto?
No me corresponde a mí venirles a decir lo que tienen que hacer. Simplemente, que, cuando vi el debate, me acordé del ejemplo de Finlandia. Creo que la paz abre una posibilidad más allá de la paz misma y de su valor, para apurar la lucha contra las diferencias sociales que hay en nuestras economías.
¿Sirve la Tercera Vía para transitar al posconflicto?
La Tercera Vía requiere un sistema democrático para poderse desarrollar, porque ahí es donde los ciudadanos tienen la competencia de decir qué tipo de sociedad quieren. Les compete decidir lo que el filósofo italiano Norberto Bobbio llama ‘un mínimo civilizatorio’, que son aquellos bienes y servicios que cada sociedad define como esenciales y a los que a todos los habitantes se les debe garantizar el acceso. La Tercera Vía permite que esos bienes y servicios, aparte del Estado, también los dé el sector privado, y que juntos puedan definir cómo se cristaliza esa misma sociedad.
Es un punto intermedio…
Más que intermedio diría que es un punto de eficiencia económica, y eso caracterizó el surgimiento de la Tercera Vía. También permite insertarse con mayor fuerza, a través de la economía de mercado, en los mercados internacionales, porque en el mundo globalizado la necesidad de reglas en los mercados internacionales es fundamental. Hoy las reglas las ponen los más fuertes.
¿Pero cómo juega la Tercera Vía en el tránsito hacia el posconflicto?
En el sentido en que se tienen que medir, por ejemplo, los niveles de pobreza para bajarla. En América Latina hemos aprendido a bajar la pobreza, pero no hemos sido capaces de mejorar la distribución de ingresos, y ese es el desafío de la Tercera Vía.
¿Cómo impactaría en la región la firma de la paz en Colombia?
Vamos a demostrarle al mundo que somos una región capaz de resolver nuestros propios conflictos sin injerencia externa. Por ejemplo, los líos de Kosovo los tuvo que resolver Estados Unidos porque la Unión Europea no fue capaz de hacerlo. Ninguna potencia extranjera ha tenido que decirnos lo que tenemos que hacer.
Ante los gobiernos de América Latina con tendencias marcadas de izquierda o de derecha, ¿la Tercera Vía se vuelve una opción?
Siempre he pensado que es una opción. Lo que hemos hecho en Chile, Brasil y Uruguay apunta mucho en esa dirección. América Latina tiene políticas distintas en materia de comercio exterior, lo que implica analizar los intereses de cada país. A ratos tendemos a ver eso con los prismas de la ideología.
¿Cómo ve el funcionamiento de bloques regionales como Unasur o Alianza del Pacifico?
Unasur es un espacio de vinculación de países que geográficamente pertenecemos a un mismo territorio, conocido como América del Sur, pero debemos mejorar nuestra integración física o energética, porque falta mucho por hacer. Claro que Unasur permite tomar posiciones políticas de común acuerdo, si estamos de acuerdo. Es que todo país hace política exterior desde el lugar donde está. Nos hace falta unirnos frente a un mundo cada vez más globalizado, en el cual se requiere hablar como región, con una sola voz.
¿La Tercera Vía puede abrir el camino de la integración regional?
Hace falta más integración, y la Tercera Vía puede ser un camino para vincular a los países. América Latina tiene la fortuna de mirar al Pacífico y al Atlántico. Al tener miradas a ambos océanos, debe haber una sola voz que hable hacia ambos lados.
Eso necesita líderes regionales…
Lo que se requiere es una mayor vinculación y certeza de los liderazgos que tenemos. Lo que pasa es que los líderes reflejan lo que son sus países y por ello me parece que es importante lo que pueda hacer Colombia en el futuro. Colombia es un país con liderazgo emergente, que mira a los dos océanos y puede jugar un rol crucial. Creo que el presidente Santos ha tenido un liderazgo, demostrado, por ejemplo, en atreverse a dar un paso que no es fácil, como iniciar las negociaciones de paz.
Está latente en la región el narcotráfico. ¿Qué hacer?
En este tema es muy importante el fin del conflicto. Colombia jugó un rol importante cuando en la Cumbre de las Américas el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aceptó que el tema de la droga se discuta a nivel multilateral. Ha llegado el momento de debatir.
¿Debatir qué?
El éxito que hasta ahora ha tenido, que es casi nulo, la lucha contra la expansión de la droga. Una óptica distinta sería aceptar que las drogas suaves, o como se quieran llamar, pudieran ser aceptadas para su consumo. ¿Es posible con esa sola medida aligerar nuestras cárceles? ¿En qué medida nos podemos concentrar en combatir las drogas duras? Son temas para debatir, como los tratamientos para los enfermos como problema de salud pública, y disminuir así el mercado negro, ese gran influjo que permite que la droga siga existiendo.
Daniel Valero
Enviado especial de EL TIEMPO
Luego de haberse dedicado durante mas de 65 años al servicio público, contribuirá a la discusión desde un espacio más íntimo, siempre atento a los desafíos que Chile y el mundo tienen por delante.
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Leer más...Ayer se presentó en el Centro de Estudios Políticos (CEP) de Chile el libro La Nueva Soledad de América Latina, escrito a tres manos por Ricardo Lagos (expresidente de Chile), Jorge G. Castañeda (exsecretario de Relaciones Exteriores de México); y Héctor Aguilar Camín (director de la Revista Nexos). La obra constituye un ameno estado de la cuestión (en formato conversación) de la problemática actual del multilateralismo en América Latina.
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