Columna de Ricardo Lagos en Diario Clarín de Argentina. El escenario internacional cambia. Hay un peso nuevo de los países emergentes y estos ven a América Latina como pieza clave en sus estrategias.
Hace 10 años, con motivo de la cumbre APEC realizada en Chile, llegaron a este lado del mundo el presidente chino Hu Jintao, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el entonces primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi. Aprovecharon, por cierto, para visitar otros países de la región.
Diez años después, algo similar ocurre: los mandatarios de esos tres países, con días de diferencia, han estado o estarán entre nosotros. Pero esta es otra América Latina, más segura de sí misma, con más crecimiento, en parte también gracias al desarrollo asiático, en particular de China. No obstante obstáculos recientes, tenemos una economía más sólida que ha sabido capear la crisis.
Es tiempo de visitas que convoca a preguntas estratégicas.
¿Cómo descifrar los alcances de los ritos, firmas y declaraciones desplegados ahora por la región? ¿De qué manera, más allá de nuestras diferencias, los latinoamericanos construiremos un planteamiento común para los diálogos que se nos vienen con otras regiones y potencias?
Los visitantes han llegado con distintos intereses.
En el caso de Rusia, Vladimir Putin parece buscar dos objetivos: por una parte, promover más comercio (en 2013 sólo 2% de exportaciones rusas vinieron a esta región) y, en particular, las ventas de armas y equipos militares como ya lo hace con algunos países; por otra parte, connotar que si algunos ponen los ojos en su vecindario (léase Ucrania) también él puede visitar los “vecindarios de otros” y apoyarlos.
Con China el tema es otro. Xi Jinping vino a consolidar un cambio de geopolítica en el espacio asignado a la relación con latinoamericanos y caribeños: sin afectar lo alcanzado en los vínculos bilaterales, pasar a una nueva etapa de relaciones colectivas para construir en conjunto una agenda común. Por cierto, a su paso se han concretado fuertes préstamos, inversiones múltiples en diversas áreas, como energía, sustentabilidad alimentaria y anuncios para grandes proyectos de infraestructura, mientras el comercio total llegó en 2013 a los US$ 261 mil millones. Pero Beijing evalúa prioritariamente la puesta en marcha del Foro China-CELAC: dentro de pocos meses todos los cancilleres de la región irán a China, anticipo de una cumbre con los 33 mandatarios de nuestros países, incluidos aquellos que aún mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán. CELAC lo cubre todo.
¿Y qué nos trae Japón? Según la prensa japonesa, la gira del Primer Ministro Shinzo Abe busca contener la creciente influencia de China en América Latina, a la vez que dar cuenta del papel que Japón busca tener en el Pacífico. Pero es más que eso, es el redescubrimiento de América Latina por parte de la diplomacia japonesa tras un período de letargo. Abe visitará México, Trinidad y Tobago, Colombia, Chile y Brasil con una fuerte delegación empresarial, con el objeto de expandir la presencia de sus inversiones y el prestigio de sus productos en los mercados locales. Tendrá una referencia a la mano: el comercio entre Japón y América Latina pasó de US$ 30.000 millones a comienzos de la década a más de US$ 60.000 millones y puede ir más allá.
En el tablero mundial, sobre todo bajo la conducción de Abe, Japón trata de no ceder espacio a China.
Pero también está el otro gran acontecimiento: la reunión de los BRICS en Brasil gestó la creación de su propio banco de desarrollo (New Development Bank, NDB), unido a un Fondo de Reserva Contingente para protecciones mutuas frente a posibles crisis. ¿Por qué lo hicieron? En primer lugar, porque se cansaron de esperar que el sistema de Bretton Wood (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional) les diera la participación concordante con su peso: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica suman el 29% del PIB del mundo y el 46% de la población.
Como se ha dicho, este banco se creó con un capital inicial de US$ 50.000 millones (con la meta de avanzar a los 100 mil millones), compartido por partes iguales. El Fondo de Reserva compromete una cantidad similar, pero allí China asume el porcentaje mayor. Lo interesante es cómo se han distribuido las responsabilidades, con mucho pragmatismo: la sede del NDB estará en Shanghai, su primer presidente será de la India; el presidente de la junta directiva de Brasil y el presidente de la junta de gobernadores de Rusia. A su vez, el banco tendrá una sucursal regional en Sudáfrica.
También cabe recordar aquí que en esta cita hizo su debut el nuevo primer ministro de la India, Narendra Modi, quien vio fortalecida su política de reformas tras el nombramiento de Raghuram Rajan como presidente del Banco Central: éste es considerado uno de los mejores economistas del mundo en esa tarea. Vendrán nuevos vientos en India.
¿Cómo verá Estados Unidos todo esto?
Se supone que asumiendo las realidades emergentes de una multipolaridad llamada a ser factor dominante en el ordenamiento mundial.
China se ha preocupado, especialmente, de transmitir tranquilidad a Washington. Lo que busca es asegurar abastecimientos a su desarrollo futuro y dar plataforma política a la maraña de acuerdos suscritos en el continente. Sus voceros aseguran que no se busca desplazar a nadie del espacio latinoamericano, sino crear alternativas de cooperación con beneficio mutuo.
Y señalan como ejemplo los mecanismos de relaciones que ya tienen con la Unión Europea. Además, en la víspera de su llegada a Brasil, Xi tuvo una larga conversación telefónica con Obama, valorando el diálogo estratégico Estados Unidos-China recién realizado en Beijing.
Todo esto debe llevarnos a entender que el puzzle internacional está cambiando.
Hay un peso nuevo de los países emergentes y estos ven a América Latina como pieza importante en sus estrategias. Ante eso debemos poner sobre la mesa nuestras propias condiciones de desarrollo: alto respeto a la sustentabilidad, más innovación y creciente inclusión social.
Columna publicada en clarin.com
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Luego de haberse dedicado durante mas de 65 años al servicio público, contribuirá a la discusión desde un espacio más íntimo, siempre atento a los desafíos que Chile y el mundo tienen por delante.
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