Ricardo Lagos

La crisis argentina no afecta a Chile, pero puede afectar a Brasil

29 de January de 2014

Entrevista en diario ABC de España

Entre las jugosas anécdotas que Ricardo Lagos (Santiago, 1938) relata de su paso por el Palacio de la Moneda destaca cuando su par colombiano, Belisario Betancur, le dijo meses antes de su elección que «hay vida después de ser presidente». En esta nueva etapa, el abogado, economista y académico chileno acaba de publicar la primera parte de sus memorias, «Mi vida», que abarca desde su infancia al triunfo del «no» en el plebiscito de 1988 sobre la continuidad del general Augusto Pinochet. Lagos ha sido una de las principales figuras de la lucha contra la dictadura militar y de la Concertación (coalición de partidos de centroizquierda en el poder entre 1990 y 2010), que subraya que «nosotros hicimos la transición con nuestro Franco vivo». Tiene el «privilegio de la doble militancia»: en el Partido Socialista y el Partido por la Democracia, que fundó en 1987 cuando la Constitución de Pinochet prohibía la existencia legal del PS. A Michelle Bachelet, su sucesora en la presidencia en 2006 que el próximo marzo comienza su segundo mandato, le aconseja que atienda la «insatisfacción» de la emergente clase media.

¿Qué le parece el Gobierno de la presidenta electa Michelle Bachelet, que fue su ministra de Defensa y Salud? Incluye a un miembro del Partido Comunista, lo que no ocurría desde tiempos de Salvador Allende.

Creo que corresponde a la nueva mayoría, a la evolución que ha habido en estos 20 años y que el Partido Comunista respetará todas las reglas del juego democrático. Bienvenido sea a la coalición.

¿Las heridas de la dictadura se están cicatrizando en Chile, donde en la segunda vuelta de las presidenciales el pasado diciembre se enfrentaron las hijas de dos generales de bandos contrarios, uno de ellos torturado hasta la muerte?

Es difícil. Uno espera que las cicatrices pasen con el tiempo. Tal vez se requiere una generación o dos para eso. Pero lo importante es cómo la sociedad es capaz de ponerse de acuerdo, si no en tener una lectura común del pasado, por lo menos en tener una lectura común para el futuro.

¿Cuál es el legado que deja a Chile el Gobierno de Sebastián Piñera, el primero de la derecha después del regreso de la democracia? ¿Cómo explica que solo haya podido gobernar cuatro años?

El presidente Piñera se ha encargado de hablar mucho del legado del bicentenario de la independencia de Chile. El principal legado es que no hubo una clara revisión de lo que se había hecho en veinte años. Algunos de sus partidarios dicen que fue el quinto gobierno de la Concertación; creo que es exagerado porque en muchas áreas hubo puntos de discrepancia. Descubrieron que para el ámbito público hay que saber de política y es distinto.

¿Las movilizaciones estudiantiles perjudicaron al Ejecutivo de Piñera y facilitaron el triunfo de Bachelet?

Las movilizaciones estudiantiles reflejaron una insatisfacción de los sectores medios, que son consecuencia del éxito de los gobiernos de la Concertación. Cuando se tiene un 40% de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza y se pasa al 13%, ese 27% tiene nuevas demandas. Son la expresión de un nuevo Chile. Más que explicar el éxito de Michelle Bachelet, es la insatisfacción de esos sectores emergentes. Lo importante es cómo la nueva dirigencia se hace cargo de eso.

¿La reforma de la educación y de la Constitución de Pinochet de 1980, así como la lucha contra la desigualdad, son las asignaturas pendientes de Chile?

Esos tres retos son muy cruciales, pero tienen que ver con los avances de Chile. Es distinto tener a 200.000 jóvenes en enseñanza superior a tener 1,2 millones. Los jóvenes que protestan en las calles son de los sectores medios, porque no tienen becas, tienen créditos, hay que pagarlos y son muy caros. Y si hoy se habla de hacer una nueva Constitución es porque no hay enclaves autoritarios, cuando en el texto de Pinochet todo quedó atado y bien atado, se eliminaron durante mi gobierno. Es la hora de una nueva Constitución. Por otro lado, en toda América Latina hemos descubierto que bajamos la pobreza, pero la distribución de ingresos, antes y después de impuestos, queda exactamente igual. Y en algunos países empeora después de impuestos. Tenemos el desafío de una reforma tributaria en países como Chile, Brasil, Argentina, México, Perú, Colombia.

¿Le preocupan las crisis en Argentina y Venezuela?

No, porque no creo que la situación en Argentina y en Venezuela tenga efectos sobre Chile. Los argentinos y los venezolanos deberán resolver sus dificultades. A lo mejor puede haber algún contagio entre Brasil y Argentina porque tienen un nivel de relaciones económicas mayor que entre Argentina y Chile.

Su ministro de Interior y hoy secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, asiste en La Habana a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). ¿Por qué los líderes de la región no exigen seriamente a Cuba respeto a los derechos humanos y democracia?

José Miguel Insulza está allí y es una invitación que recibió pese a ser secretario general de la OEA, organización de la que Cuba no forma parte. Los países deben tener una sola posición sobre este asunto. En la época de la dictadura en Chile en materia de derechos humanos aprendimos que toda persona tiene derecho a levantar la voz, no importa dónde se encuentre, para exigir que se respeten los derechos de otra, aunque esté fuera de sus fronteras. Es un principio fundamental. Hay lugares en América donde no se respetan los derechos humanos.

¿Incluye a Cuba?

Claramente la democracia como la entendemos no es lo que se practica en Cuba. Eso está fuera de discusión.

¿Y en Venezuela?

En Venezuela hay una tendencia, creciente en lugares de América Latina, a tener un sistema democrático en la forma, pero en el fondo hay una interpretación muy distinta a la de nuestros países.

¿Qué le ha parecido el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que establece un nuevo límite marítimo entre Chile y Perú?

Chile no tenía nada que ganar en este juicio porque consideraba que teníamos los límites fijados. Desde el punto de vista de lo que Chile entendía que eran sus derechos, ayer (por el lunes) perdió aguas territoriales. Si durante 57 años entendimos que teníamos límites marítimos, no veo cómo los peruanos lo descubrieron tan tarde.

¿Está satisfecho de cómo se están juzgando las violaciones a los derechos humanos durante el régimen?

Todos esos casos se fundamentan en el sistema judicial antiguo, que toma más tiempo. Hay muchos casos todavía de violaciones a los derechos humanos. En defensa de lo que hemos hecho ¿en cuántos casos el jefe de la policía secreta está condenado a 400 años de cárcel como el general Contreras en Chile? En pocos. ¿En cuántos países hay un informe sobre prisión política y tortura como el informe Valech que se hizo en mi administración? En pocos. Es un informe para conocer la verdad. Pero si una persona fue objeto de prisión política y tortura, y acudió a declarar a esa comisión, si quiere que se haga justicia debe ir a los tribunales.

En 2009 se barajó la posibilidad de que volviera aspirar a la presidencia. ¿Será posible en 2017 tras el segundo mandato de Michelle Bachelet?

—No (rotundo), hay que mirar el calendario de vez en cuando, tengo 75 años.

Entrevista publicada en abc.es

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