El ex presidente de Chile, Ricardo Lagos, pone énfasis en un tema crucial: “En la región, la distribución de ingresos antes y después de impuestos no cambia; ese es el talón de Aquiles”, afirma
El chileno Ricardo Lagos dejó el poder en el 2006 con una popularidad mayor a la que tenía cuando llegó a la presidencia. Una rareza en la región.
Aunque lleva unos 35 años dedicado a la política, le gusta definirse como un académico. Fue protagonista en la lucha por la recuperación de la democracia en Chile, funcionario de Naciones Unidas, dos veces ministro (en las administraciones de Patricio Aylwin (1990-1994) y de Eduardo Frei (1994-2000) y miembro del Comité de Doce Miembros Distinguidos de la Internacional Socialista.
Está entre los pocos referentes latinoamericanos que rechazó la reelección. “Hay vida después de ser presidente. El poder tiene como propósito hacer algo en lo que uno cree, sirviendo al país, pensando en el futuro. Hay que pensar más en la próxima generación que en la próxima elección, las decisiones que tomamos como presidente se insertan en un panorama mayor”, comentó. El siguiente es el diálogo que mantuvo con Estrategia & Negocios.
La región viene creciendo a tasas aceptables, pero la inequidad continúa. Incluso en Chile se redujo la pobreza pero no la desigualdad. ¿Qué pasa, por qué es así?
Latinoamérica desde antes de la crisis venía creciendo fuertemente con la ayuda de la locomotora del siglo XXI que se llama China, que es el mercado de los productos de exportación cuyos precios son buenos. La clave es que los países aprendieron a ordenar sus economías, aprovecharon este veranito de los mejores precios y también ayudó fuerte el haber consolidado nuestros sistemas democráticos. El proceso se interrumpió con la crisis del 2009, pero en el 2010 recuperamos los niveles de crecimiento y enfrentamos mejor la crisis actual, incluso tenemos un sistema financiero más sólido. La prueba es la forma en que Europa y otras regiones debieron salir a
salvar a la banca y eso acá no se ha visto. Así, emerge una región más segura de sí misma, con más énfasis en lo que somos capaces de hacer.
El problema es que en nuestros países vino aumentando el ingreso por habitante, mejoramos los indicadores sociales, pero la inequidad continúa. Cuando se llega a los US$15.000 o US$20.000 de ingreso anual por habitante, lo crucial es cómo se distribuye ese ingreso entre la población. Chile redujo la pobreza de tasas del 40% en 1990 al 13% de la actualidad y esa gente que dejó atrás la pobreza se siente vinculada a sectores que exigen más, que demandan más. Entonces hacen falta más recursos y el tema es resolver de dónde vienen. Ese es el desafío; en la región la distribución de ingresos antes y después de impuestos no cambia; ese es el talón de Aquiles. Hay que avanzar en reformas tributarias profundas que permitan tener equilibrio en la distribución de la riqueza.
Es decir, seguir la receta de los países más avanzados entre los emergentes…
Es muy importante hacerlo. Lo que demandan los sectores medios son sistemas más universales de protección social, de salud, de educación. Hay consenso de que son derechos del ser humano. Estas nuevas demandas son las más difíciles de satisfacer. Es más fácil reducir la pobreza que dar el segundo paso hacia sociedades más integradas. Brasil es un buen ejemplo de esto; allí los sectores medios crecen. Es cierto que allí la presión impositiva es más alta que la media de la región, 35% del PBI contra poco más del 20%. Esto demuestra que hay mucho por hacer hacia adelante y que es determinante para el futuro de la región.
La integración regional es una “asignatura pendiente” aún para Latinoamérica, considera Lagos. “Hemos puesto el énfasis en que la integración implica la misma receta para todos y si hay algo que debemos aprender de Europa es que la geografía de la integración debe ser variable”, señala. Desde su perspectiva, países grandes como México o Brasil tendrán que proteger sus mercados y los más chicos deberán abrirse más para competir y avanzar en mercados más amplios. “Entonces un arancel externo común igual para todos no va a funcionar. Podemos bajar los aranceles entre nosotros, pero aceptando las diferencias”, afirma.
¿Cuál sería una meta realista en términos de integración en la región?
Somos muy aficionados a las grandes ideas, pero eso no es realista, al menos que haya un proceso de convergencia en las políticas económicas. Lo importante, tal vez, es concentrarnos en lo más sustantivo y aprender de las experiencias de cada país. A la larga, hay que lograr una integración, al menos política, que nos permita tener una sola voz para nuestras demandas, especialmente en un conjunto de temas, de manera que el mundo globalizado tenga reglas más justas. Las grandes regiones son escuchadas cuando hablan con una sola voz. Por ejemplo, Brasil, México y Argentina son parte del G-20; deberíamos consensuar algunos aspectos entre todos para que ellos sean nuestros voceros en ese escenario. Hay que establecer una rutina de integración para caminar hacia una convergencia en la arquitectura financiera, de desarrollo, sobre el narcotráfico, el cambio climático, la política energética…
Mencionó el narcotráfico, ¿cómo evalúa lo que se está haciendo en el tema en Latinoamérica y el Caribe?
Hasta ahora es una lucha clásica, basada en reprimir y sancionar. Todos estamos conscientes, incluidos los organismos internacionales especializados, que no han tenido éxito y que tienden a perder la pelea.
En ese marco, muchos quieren revisarla distinguiendo entre narcotraficantes y el derecho del ciudadano al consumo o entre drogas duras y blandas. Muchos han planteado un abordaje diferente, por ejemplo dejando de criminalizar el consumo y entendiendo que forma parte de la libertad de cada ser humano. Así como se hace una intensa campaña contra el tabaco pero no se criminaliza al fumador, se puede hacer en este ámbito.
Buena parte de las poblaciones de nuestras cárceles se deben al consumo. Hay que tomar medidas y concentrarse en la distribución y comercialización. Hay una posibilidad en que la adicción que no se puede rehabilitar sea tratada como enfermedad, así esa persona deja de consumir en el mercado negro y se reducen los márgenes de ganancias.
Claro que decirlo es fácil y hacerlo en la política y en la realidad es difícil si se avanza de a uno. Es corajuda la decisión del (presidente) uruguayo (José) Mujica de querer legalizar la marihuana; pero si no ocurre lo mismo en Brasil, Argentina o Paraguay los vecinos irán allí a proveerse. El abordaje debe ser regional.
Los buenos precios de las commodities podrían empezar a declinar, ¿qué deberes tiene pendientes la región aprovechando esta buena época?
Para mí esta etapa es equivalente a los 40 años que hubo entre 1870 y 1910; la diferencia es que hoy todo es más rápido y Estados Unidos se llama China, Alemania es el Sudeste Asiático… Este veranito que empezó en el 2003, tal vez nos puede durar 25 años más, por lo que nos queda tiempo por delante y hay que aprovechar para ahorrar porque vendrán días lluviosos. En Chile introdujimos la idea de un superávit estructural en función de los precios del cobre a largo plazo. Cuando esos valores caían, gastábamos más y cuando subían ahorrábamos y así tuvimos grandes reservas para afrontar problemas.
Si en la región vamos a tener este veranito hay que tomar medidas para diversificar exportaciones, y para ese fin la tecnología y la ciencia son claves.
¿De qué líderes o experiencias considera que la región puede aprender?
Creo que Fernando Henrique Cardoso (Brasil-1995-2003) hizo una gran administración, que después continuó (Luis Inácio) Lula (2003-2011). Eso habla de 16 años de políticas muy sólidas que se reflejan en el salto que dio Brasil. Colombia también demostró que es capaz de crecer a pesar de los pesares; en los últimos 100 años avanzó al 4,5% anual, los líderes colombianos pudieron mantener ese ritmo aun con todos los problemas que debieron enfrentar. Perú, con distintos signos políticos, también tiene continuidad con resultados espléndidos.
Ahora la gran apuesta es lo que ocurrirá con México; hubo 12 años de gran cambio, habrá que ver si el PRI que vuelve es más reformado, fortalecido. También hay que mirar a Centroamérica, donde hay liderazgos importantes, allí también aprendieron a hacer las cosas.
Entevista hecha por Revista Estrategia y Negocios
Luego de haberse dedicado durante mas de 65 años al servicio público, contribuirá a la discusión desde un espacio más íntimo, siempre atento a los desafíos que Chile y el mundo tienen por delante.
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Leer más...Ayer se presentó en el Centro de Estudios Políticos (CEP) de Chile el libro La Nueva Soledad de América Latina, escrito a tres manos por Ricardo Lagos (expresidente de Chile), Jorge G. Castañeda (exsecretario de Relaciones Exteriores de México); y Héctor Aguilar Camín (director de la Revista Nexos). La obra constituye un ameno estado de la cuestión (en formato conversación) de la problemática actual del multilateralismo en América Latina.
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